viernes, 17 de noviembre de 2017

A las ocho

Ya casi es la hora.
Caminan por la calle ojos con sonrisas y charlas animadas que no quieren disfrazarse.
Ocho menos cinco.
Hago planes para dos en noche de luna primaveral.
Imagino lo que le cuento, imagino lo que me dice y su voz que aún no llega suena en mi adentro.
Anticipo su imagen doblando la esquina y su gesto despreocupado.
El reloj me mira y le pido calma, recostada en la columna bajo un cono de luz, desgrano quince minutos y se me inquieta el alma.
Hasta que llegó su mensaje que ocultó la luna y oscureció la noche. Cambió el cristal de la mirada, y se instaló el reproche.
Como cae el rocío, se sintió caer el silencio. 
Veo rostros desconfiados que pasan apurados sin hablar.
Mustia, camino de regreso, mientras releo tus excusas falsas
y ¡no te las creo!

Hay flores que se cierran de noche.

A las ocho

Ya casi es la hora. Caminan por la calle ojos con sonrisas y charlas animadas que no quieren disfrazarse. Ocho menos cinco. Hago pl...